
A menudo te hablo de las Experiencias Cercanas a la Muerte…
Pero también hay otras experiencias, igual de poderosas, que dan un vuelco a tu vida sin pasar por la muerte clínica.
Las llamamos ECM: Experiencias de Transformación Espiritual.
No siempre tienen las mismas formas.
Pero sí tienen algo en común: lo transforman todo.
He pasado por varias de ellas en mi vida.
Y me han dejado una huella indeleble.
Mi primera salida
Fue durante mi servicio militar. Estaba en casa de permiso, royéndome la idea de volver al cuartel. Un miedo oscuro, una desesperación casi física.
Y de repente… algo se rompió.
Sentí que mi espíritu abandonaba mi cuerpo. Me encontré… en el techo. Literalmente. Podía ver mi propio cuerpo tendido en la cama, como un mero observador. Aquel momento, fuera del tiempo, cambió algo en mí. Cuando «volví», supe que no era una alucinación.
Era real.
Se lo conté a algunos amigos. Uno de ellos me presentó a alguien que había tenido una experiencia similar. Me sentí aliviada. Puede que fuera un poco «rara», pero no estaba sola. Por aquel entonces, no sabía nada de la palabra «ECM» ni de la investigación sobre la consciencia. Pero sabía que la conciencia no se limitaba al cerebro.
Y abandonar mi cuerpo… curó mi miedo.
Un encuentro con el amor incondicional
Unos meses más tarde, me esperaba otra experiencia.
Aún más profunda.
Aún más sobrecogedora.
Era el año 1986. Durante un momento de oración.
De repente, me vi transportada a otro lugar.
Otro espacio. A otra dimensión.
Me encontré en una especie de vacío: oscuridad total, silencio absoluto.
Pero, paradójicamente, sentí que estaba en un espacio infinito, sin límites.
Y entonces… sentí una Presencia.
Una Energía de Luz. Indefinible. Inolvidable.
Ella me amaba. Con un amor incondicional, infinito, total.
Era como si viviera dentro de mí, pero fuera de mí.
Un amor tan puro, tan fuerte, que no podría haberlo inventado.
No podría haber imaginado un amor así.
No hay palabras para describirlo.
Esta Entidad no me dominaba.
Estaba en el mismo plano que yo.
Y me dio todo lo que era, sin guardarse nada.
Por amor.
Este amor me atravesó.
Lloré a moco tendido.
Sin juicios. Sin condiciones. Sólo aceptación, ternura y verdad.
Para mí, esta presencia era la de Jesús, porque correspondía a mi contexto espiritual. Pero no me lo dijeron explícitamente. Lo sentí.
En cualquier caso, desde aquel día, lo sé:
Mi alma procede de este Amor.
Y todo en mí anhela volver a encontrarlo.
El amor es la energía del universo
En los meses siguientes, experimenté otras EST. Cada vez, me encontraba en una dimensión diferente. Una especie de universo energético donde sólo existe el Amor puro e infinito.
A veces este amor era para mí. Otras veces, estaba en todas partes, para todos.
Y fue entonces cuando me di cuenta de algo fundamental: el Amor es la energía misma del universo.
No es una idea, ni un sentimiento. Es una fuerza de vida, a la vez suave y poderosa, que lo conecta todo.
Una noche en la montaña
Hace unos quince años, tuve otra experiencia de este tipo. Estaba en un chalet en las montañas, cerca de un retiro espiritual.
En plena noche, me sentí transportada a otra realidad.
Me invadió un amor inmenso. Se desbordó de mí, fluyendo a través de mí, uniéndome al Ser de Amor y a todos los seres vivos.
Fue una alegría inimaginable, una dicha tan poderosa que ninguna felicidad terrenal puede igualarla.
Fue breve… pero de una intensidad increíble.
Estas experiencias quedan grabadas para siempre
No tengo una memoria excepcional, pero recuerdo esos momentos como si fuera ayer.
Porque están grabados en mi conciencia. Porque su verdad nunca me ha abandonado.
Me dieron tres certezas profundas:
- Existe un mundo más allá del mundo físico.
Un mundo sin tiempo, sin separación. Más real que éste, porque es eterno. - Este mundo es un mundo de Amor.
Amor infinito, puro e incondicional. Y podemos sentir su presencia aquí mismo, en nuestra vida cotidiana. - No necesitamosECM ni EST para llegar allí.
Todo lo que necesitamos es amar. Amar de verdad, incluso lo que nos resulta difícil amar.
Cada gesto de amor hace que el velo sea más transparente… hasta el día en que el velo caiga definitivamente.